La Nación – 13 de diciembre de 2019
Como tantos lectores de este diario, considero a LA NACION un compañero de vida. Cuando muy niñita, en mi Santa Fe natal, el matutino llegaba de tardecita y cuando mi padre llegaba a casa luego de las tareas cotidianas, se sentaba en su sillón y yo me escabullía en el ángulo vacío a «mirar» los títulos por sobre su hombro y tratar de leer. Así fue como comenzó la más apasionante e infinita aventura de mi vida: el camino de la lectura. Y somos innumerables quienes hemos leído bibliotecas enteras en las páginas de LA NACION. ¡Como historiadora lo he consultado tantas veces! Lo mismo han hecho muchos de mis contemporáneos. Y con el paso del tiempo, esta «tribuna de doctrina» me ha dado más de una oportunidad para expresarme y ha compartido mi lucha en defensa del patrimonio cultural. Otra razón para estar agradecida.
Hoy ya no solo en papel, sino en versión online, disponible en todo el mundo con solo un clic, nos sigue informando y ofreciendo textos maravillosos de pensadores de todas las latitudes y orientaciones que enriquecen nuestros espíritus.
¡Por otros 150 años!