La Nación – 17 de enero de 2011
Señor Director:
«El 9 de diciembre, con suficiente antelación a las Fiestas, despaché por el Correo Argentino (sucursal Colegiales, Lacroze 2476) un paquete con alfajores a mi hija que vive en Kyoto (RR627976609AR) y una tarjeta de fin de año a mis consuegros en Tokio (RR627976590AR).
«Según el seguimiento de envíos por Internet, ambos salieron del país a las 0.5 y 0.10 del 10 de diciembre. Nunca llegaron a destino. Conozco a los empleados de la sucursal desde hace más de cuarenta años y su dedicación al trabajo y también al correo japonés -modelo mundial de eficiencia y honestidad.
«Quiero saber el nombre de los empleados y responsables del Centro Postal Internacional que a esa hora de ese día debían cumplir con su trabajo por el que reciben un sueldo al que yo aporto.
«Quiero saber adónde están los productos y el saludo que debían llegar a mis familiares. Quiero saber qué compensación me dará el Correo Argentino por haber perdido energía, tiempo, dinero y esperanzas en un hecho que parece pequeño, pero que denota, una vez más, el estado del país.»