Diario La Nación – 28 de setiembre de 2003
"Victoria nació en el otoño de 1890, en la esquina de Viamonte y San Martín. En esos momentos, su padre no sólo estaba levantando y pintando las paredes del hoy Monumento Histórico Nacional Villa Ocampo, sino programando la plantación, en el inminente invierno, de los ombúes, los robles, las araucarias que darían comienzo al legendario jardín en el que descansaron, gozaron y pensaron, caminando por sus senderos o sentados en sus bancos, seres de la talla de Rabindranath Tagore, Igor Stravinsky, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges… y Victoria.
El ingeniero Ocampo también estaría pensando en la enamorada del muro que pronto empezaría a tapizar la envolvente edilicia y sobre la que luego colgarían madreselvas y jazmines. Las enredaderas de santa rita agregarían notas de color sobre la galería en las décadas por venir.
Cuando Victoria heredó Villa Ocampo no sólo acondicionó el interior de la vivienda, con la ayuda del arquitecto Alberto Prebisch, sino que se dedicó ella misma -como con todos los jardines de sus casas- a darle una nueva vida al parque, ya añoso, que rodeaba el edificio y que terminaba allá debajo en las barrancas, cerca del río.
"Así, Victoria incluyó especialmente plantas de olor, de color, de sabor (frutales) y de música (por el mecerse de sus ramas con el viento y por los pájaros que allí anidan), entre las que se destacaron las dos gardenias con cuyas flores adornaba sus tailleurs, y dos Brachychiton populneum, hoy devorados por el taladro.
"Los edificios, los libros, los cuadros, son elementos fundamentales de nuestro patrimonio cultural. Los jardines también son obras de arte y merecen ser considerados como tales. Nos hablan de sus propietarios y de sus visitantes, de sus vidas y sus actos y son sus legados vivientes, pues los jardines, al igual que el hombre, nacen, crecen y, si no los cuidamos, mueren. El elemento vegetal es tan sensible como nosotros, los humanos. Para construir un nuevo edificio necesitamos dos o tres años; para que crezca un árbol, cincuenta. Los bomberos apagando el incendio o los albañiles arreglando la construcción pueden ser acciones fatales para un jardín si no se toman las previsiones adecuadas.
"El jardín de Villa Ocampo está abandonado desde hace décadas, igual que la casa y su excepcional contenido. Toda tarea de restauración que se inicie debe comenzar con la preservación y el cuidado de su jardín. Esto deben hacerlo mentes instruidas en la conservación y restauración de jardines y manos nacidas y criadas para materializarlo.
"No dejemos que muera el legado de Victoria. No matemos su jardín."