Diario La Nación – 22 de diciembre de 2011
"Buenos Aires no es Las Vegas. El espacio público no es el escenario de ninguna representación teatral sino de la vida cotidiana de los porteños.
"La nueva iluminación del Monumento a la Carta Magna y las Cuatro Regiones Argentinas con intenciones de «embellecerlo» atenta contra los principios estéticos del arte público. Toda obra de arte es producto de un autor que desea enviar un mensaje a la sociedad de acuerdo con sus cánones artísticos y, por ende, existe un derecho intelectual del artista que no permite alterar el original.
"El deterioro de una obra escultórica no se recupera iluminando. Iluminar sin atender a las cuestiones de fondo resulta una intervención anecdótica que, a la larga, no evita la destrucción del bien cultural. Pero además, desde la perspectiva de la conservación, se recomienda que la iluminación modifique lo menos posible su percepción, por lo que debería acercarse al espectro de la luz natural. La distorsión de colores no permite apreciar el monumento tal cual fue pensado, realizado y elegido para ser ubicado en el espacio público.
"La complejidad de la iluminación de obras de arte requiere del concurso de especialistas en la fabricación de artefactos tanto como de profesionales del arte público y del patrimonio. De acuerdo con la nota aparecida en LA NACION de anteayer, esta mala acción aparece como modelo por imitar. Puestos a iluminar monumentos, ¿por qué no hacerlo con corrección?"