Diario La Nación – 10 de julio de 2013
Ya empezó el cambio de señalética urbana. Muchos de los centenarios carteles adosados a las paredes de las esquinas con los nombres de las calles son reemplazados por nuevos. Aunque sea en las zonas APH, se podrían haber dejado los antiguos, adosándoles las flechas de tránsito y las numeraciones más abajo. ¿Dónde se guardan los "viejos"? ¿Se venden? ¿A cuánto? ¿Quién los compra? ¿Van al Museo de la Ciudad? Se venden en Internet a un promedio de 400 pesos cada uno. De a poco, también, se están cambiando los tradicionales bancos de plaza de varillas de madera por engendros varios. ¿Dónde se guardan los "viejos"? ¿Se venden? ¿A cuánto? ¿Quién los compra?
Si a esto le sumamos las nuevas luminarias, la desaparición de adoquines, la nivelación de calzadas y otros temas que parecen "menores", pero que son "mayores", llegamos a la conclusión de que estamos perdiendo una parte muy importante de nuestra identidad urbana. Porque nacen los nietos ¿desaparecemos los abuelos? ¿Le ponemos aros hippies a la Gioconda? Mejorar y modernizar no son sinónimos de borrón y cuenta nueva. La memoria intangible se construye sobre elementos tangibles.
Hago un llamado a los jóvenes para que luchen por la conservación de nuestra historia. Los "viejos" estamos sobrepasados de luchas patrimoniales, pero no tiramos la toalla. Seguimos acá batallando por nuestro pasado, como deben seguir los carteles, los bancos, las luces y los adoquines ayudando a que nuestra sociedad madure y no nazca de nuevo con cada funcionario de turno.